¿Izquierda, Derecha o DSI*?

Siempre que se ha pasado por momentos económicos difíciles, los Gobiernos, Economistas y la población en general se plantean cual es realmente la mejor forma de estructurar nuestras vidas, relaciones sociales y económicas. Sin desmeritar ninguna escuela de economía, hoy veremos lo que dice la DSI* Doctrina Social de la Iglesia sobre este punto medio. Recordemos que muchos en esta institución han recibido una fuerte e intensa formación académica y además la institución milenaria ha pasado por todos los gobiernos y sistemas políticos del mundo, con sus aciertos y fracasos. Algunos consideran que la fe debe separarse de la Política y la Economía, sin embargo la fe busca también el bienestar del hombre, por lo cual  es paradójico pretender eliminarla del debate en la búsqueda del mejor sistema para el bien común.

En el año 1931, luego de la Gran Depresión, Pio XI escribió: “En tan grave lucha de pareceres, mientras por una y otra parte arde la controversia, y no siempre pacíficamente, volvamos urgente al depósito de la verdad, porque algunos impulsados por los malos consejos desean la revolución total”. Casi 100 años después estamos en una situación similar ante efectos económicos, sociales y sanitarios  devastadores vemos que ni el libre mercado, ni el estado ampliado está pudiendo mitigar el efecto económico y social de la pandemia. Algunos han indicado que modelo de China Popular de un Estado omnipresente ha logrado contener la pandemia en su país, indicando implícitamente que el camino de la coerción, violando las libertades individuales puede ser válido. Es todo muy sutil pero de fuerte contenido ideológico de ambos lados. La Doctrina Social de la Iglesia, indica algo muy sencillo “El Gobierno debe ser justo con los más necesitados económicamente pero también justo con los empresarios que generan la riqueza y empleos”.

LA JUSTICIA SOCIAL

En el documento “Divini Redemptoris” de 1937 sobre el socialismo extremo y sobre la doctrina social cristiana, Pío Once ha tenido la valentía de criticar en forma sistemática el comunismo, al cual lo definió como “intrínsecamente malo”, por atentar contra lo más sagrado de la naturaleza humana: La Libertad. La paz es siempre fruto de la justicia y  la justicia es dar a cada uno lo suyo, ni más, ni menos. Esto aplica a Organismos del Estado, Sistemas Financieros, Empresas, Familias e Individuos.  Por el otro lado, desde el año pasado venimos insistiendo que esta coyuntura JAMAS se debe permitir a nadie tomar ventajas económicas por encima de lo que corresponde. Si empresarios y gobernantes caen en esta tentación de aprovecharse en plena pandemia, claramente llevaría a consecuencias sociales no deseadas por nadie.  Por ello existe un punto medio entre el capitalismo y el socialismo. Ni hablemos de la corrupción, ya que esta es inaceptable en ambos.  Así, en estos momentos, el libre mercado como lo conocíamos no está pudiendo atender estas necesidades extremas y por ello países occidentales de economía de mercado, han implementado apoyo estatal ilimitado porque se trata de salvar vidas y dar alimento, lo básico de lo básico. El estado está precisamente para estos momentos de incertidumbre económica, el apoyo debe ser tanto para entidades empresas, entidades financieras y sectores más vulnerables, sin  excepciones ni privilegios de ningún tipo.

La paz social se forja con la justicia y la solidaridad. No importa si uno es creyente o no creyente porque  hasta por propia conveniencia es importante ser solidarios de modo que no exista una explosión social, que finalmente y todas maneras se piense en alguna propuesta populista extrema. El comunismo que coarta libertades, se nutre y florece desde las injusticias de los sectores más pudientes.  Un paradigma a cambiar en estos tiempos es lo referente al funcionamiento de las empresas que miraban normalmente solo el valor futuro, o la teoría del “valor agregado futuro”, no el valor acumulado anterior. En otras palabras, es muy difícil, pero no imposible que un empresario o entidad financiera con buenas reservas diga, “voy a compartir con mis empleados lo que ya gane gracias a ellos” y “les mantendré el empleo aunque sea usando mis reservas” – Utópico? No.  El nuevo mundo que vivimos está intentando sobrevivir, por lo que seguir desear ganar más y más dinero a costa de esta desgracia mundial es claramente algo digno de desprecio. Es el momento de ser solidarios. Se entiende por supuesto que existen empresas sin reservas, endeudadas y con dueños también en sinceras dificultades, pero hay muchas que no lo están y que tienen capacidad de aguantar y no despedir.  Recomendamos leer el documento “Laborem Excercens” de Juan Pablo II http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091981_laborem-exercens.html.

En el Año 1891 como respuesta a la Revolución Industrial y la situación de la Clase Obrera y los riesgos de la Doctrina Marxista, Leon XIII escribió el documento “Rerum Novarum” donde dice que “Debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo.” El comunismo siempre lo pretendió, pero es claramente una vana tentativa contra la naturaleza de las cosas porque nunca serán iguales los talentos, las habilidades, la salud, ni las fuerzas y como fruto de estas diferencias se gestan patrimonios diferentes. Es correcto que el Estado debe velar porque todos reciban la misma Educación, Sanitación y Alimentación, pero las diferencias siempre existirán porque  cada persona es única e irrepetible, no se las puede igualar, la falacia de la Igualdad lleva a coartar libertades.  En otras palabras, no tiene nada de malo ser más rico que otros, el problema es la falta de generosidad con esa riqueza,. El documento “Rerum Novarum” habla sobre el derecho de los débiles, la dignidad de los pobres y las obligaciones de los ricos. En particular, la avaricia desmedida que produce sufrimientos y muertes físicas. La Enciclica de Pio XI confirma el principio que el salario debe ser proporcionado no sólo a las necesidades del trabajador, sino también a las de su familia.El Estado, en las relaciones con el sector privado, debe aplicar el principio de subsidiaridad, principio que se convertirá en un elemento permanente de la doctrina social.La Encíclica rechaza el liberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas económicas, a la vez que reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su función social.

El Capitalismo, en su versión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “avaricia” o “afán insaciable de dinero” Buscando constante y permanentemente utilidades cada vez mayores a cualquier precio, lograr más bajos impuestos, tener un libre mercado extremo, y argumentando falazmente que “el que no tiene es porque no trabaja”, siendo inclusive despectivos en su trato. Este error de la avaricia sin límites genera mucho sufrimiento en los más débiles, económicamente hablando. El Socialismo, en su versión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “envidia”, o “resentimiento social” que se expresa generalmente con ira y un discurso de odio extremo, el cual está “justificado” con el sofisma de imponer la “justicia social”  utilizando la fuerza, y lleva a acciones políticas que buscan con lindos nombres “vengar/corregir esta situación”. Normalmente estas “distribuciones de riqueza” forzadas, fomentan sin querer: la pereza y la baja productividad. Esta tendencia genera sistemas económicos que hacen achicar a las empresas, aumentando el desempleo, la pobreza masiva y un círculo vicioso que hay que evitar. El factor común en ambos sistemas económicos Capitalismo y Socialismo es la “soberbia y el afán desmedido de dinero”, -en ambos sistemas- y se reflejan en la falta total de dialogo y en la forma de encarar la búsqueda de soluciones.  Solo un punto medio entre ambos sistemas ayudará a lograr un consenso que beneficie realmente a la gente y no solo a los líderes de izquierda o derecha que usan sus discursos buscando el poder por el poder.

LA PROPIEDAD PRIVADA.

Debemos blindarnos de los extremos, tanto de derecha como de izquierda, que tanto daño están haciendo. El concepto del “Destino Universal de los Bienes” dice que la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, tiene la función original de que la misma debe estar al servicio de todos. “La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador a fin de hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros”  En otras palabras, y en forma urgente, los paraguayos que hoy están mejor económicamente deben saber que sus bienes “aun cuando son poseídos legítimamente, conservan desde su origen un destino universal” o en otras palabras, son para compartirlos en la medida que se pueda por voluntad propia o a través de impuestos razonables, ya que “toda forma de acumulación indebida no es justa” y además genera el caldo de cultivo para que se predique el mensaje de odio al rico por parte del socialismo extremo que ya tanto daño ha hecho en el mundo. Similarmente los paraguayos que hoy no están bien económicamente deben saber que la violencia y la imposición no son el camino correcto.

Es difícil soportar las injusticias de los más pudientes económicamente hablando, que no tienen el don de la generosidad, por ende, es aquí es donde el rol del Estado debe actuar para mitigarlo vía impuestos, gastos, subsidios, inversiones e imputaciones serias en casos de corrupción, que generen credibilidad, estabilidad y más empleo;  en casos extremos dar la ayuda directa, siendo esto excepcional, porque nunca se debe fomentar la pereza desde el Estado.  El liberalismo económico extremo tampoco funciona porque el ser humano no es naturalmente generoso, sino que esta intrínsecamente movido por la avaricia, poniendo su esperanza y seguridad en acumular solo para sí o para su familia o sus seres queridos o compañeros de ideología, lo cual le parece naturalmente justo por habérselo “ganado” o haber recibido algo que es de ellos y que “no tienen por qué compartir”. Estos conflictos han existido desde siempre y el Estado debe cumplir el Rol de un buen Padre de Familia que busca ayudar a encontrar el punto de equilibrio entre sus hijos, algunos de los cuales han tenido más suerte o más capacidades para construir sus patrimonios, mientras que otros no han tenido esta suerte o capacidad de lograrlo.  “Los bienes de producción -materiales o inmateriales- como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre”.

La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad” “Piénsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo promueva la economía, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma autónomamente la iniciativa; piénsese también en las realidades de grave desequilibrio e injusticia social, en las que sólo la intervención pública puede crear condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de subsidiaridad, esta suplencia no debe prolongarse o extenderse más allá de lo estrictamente necesario”. El principio de la subsidiaridad aplica cuando el Estado debe ejecutar una labor orientada al bien común cuando advierte que los privados no la realizan adecuadamente, sea por imposibilidad u otra razón. Al mismo tiempo, este principio pide al Estado que se abstenga de intervenir allí donde los grupos o asociaciones más pequeñas pueden bastarse por sí mismas en sus respectivos ámbitos.  Esto es también el corazón de la “Economía Social de Mercado”.  Juan Pablo II dice “Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto” ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quién carece de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse? Los medios de producción “no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer” Su posesión se vuelve ilegítima “cuando sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral”.

“El bienestar económico de un país no debe ser medido exclusivamente por la cantidad de bienes producidos (PIB), sino también teniendo en cuenta el modo en que son producidos y el grado de equidad en la distribución de la renta, que debería permitir a todos disponer de lo necesario para el desarrollo y el perfeccionamiento de la propia persona.  “Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes”. “Las riquezas realizan su función de servicio al hombre cuando son destinadas a producir beneficios para los demás y para la sociedad: “¿Cómo podríamos hacer el bien al prójimo —se pregunta Clemente de Alejandría— si nadie poseyese nada? ». En la visión de San Juan Crisóstomo, las riquezas pertenecen a algunos para que estos puedan ganar méritos compartiéndolas con los demás. Las riquezas son un bien que viene de Dios: quien lo posee lo debe usar y hacer circular, de manera que también los necesitados puedan gozar de él; el mal se encuentra en el apego desordenado a las riquezas, en el deseo de acapararlas. San Basilio invita a los ricos a abrir las puertas de sus almacenes y exclama: “Un gran río se vierte, en mil canales, sobre el terreno fértil: así, por mil caminos, tú haces llegar la riqueza a las casas de los pobres”

La riqueza, explica San Basilio, “es como el agua que brota cada vez más pura de la fuente si se bebe de ella con frecuencia, mientras que se pudre si la fuente permanece inutilizada.”“ El rico, dirá San Gregorio Magno, no es sino un administrador de lo que posee; dar lo necesario a quien carece de ello es una obra que hay que cumplir con humildad, porque los bienes no pertenecen a quien los distribuye. Quien tiene las riquezas sólo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda” Este punto medio está muy bien documentado: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html .      

Aristóteles: “En el medio esta la virtud” .  Felices Pascuas 2021.   

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